19 DE AGOSTO
Llevaba mucho tiempo planeándolo,
era la ocasión perfecta, el parque, la brisa de Abril, la luna, las estrellas,
el silencio. Me declaré, le dije a Tina que la amaba, que no podía dejar de
pensar ni un minuto en ella, que lo mas lindo que me había pasado en la vida
había sido conocerla. Quizás no debí hacerlo, por mi propia seguridad, Kevin me
previno, pero ¿que podía hacer? algunas cosas son inevitables y cuando estás
enamorado no mides las consecuencias, solo te dejas llevar. Y la bese; la besé
antes de que ella, sorprendida, pudiera reaccionar y fue un beso... ¿como
decirlo?...dulce... muy, muy dulce. Y ella me correspondió, ¡si!, me besó
también, ¡tanto tiempo esperando!, fingiendo una amistad de hermanos que estaba
muy lejos de sentir, Dios, solo el sentir sus labios sobre los míos, la
deliciosa humedad de su lengua encontrándose con la mía, acariciar la tela
sobre su cuerpo calientito, podría morir cien veces y reencarnar otras cien si
es que tal cosa existe, y jamás olvidar esta noche.
De acuerdo, no era mi primer beso,
antes de mudarme a esta ciudad...bueno no importa, lo cierto es que Tina era
totalmente diferente a cualquier otra chica.
La acompañé hasta su casa, nuestro
beso de despedida no fue tan enajenante como el primero, un beso equivocado
podría romper la frágil ilusión de una noche mágica, este fue más... infantil,
mas travieso, me despedí de ella con un dulce besito en la nariz.
Atravesé el parque caminando a
paso lento con las manos en los bolsillos de mi blue Jean, debía ser casi
medianoche, pensaba en hallar la forma de alejarla de su celoso ex-novio, he
ahí la parte difícil, Armando era peligroso, y bastante, nadie podía probarlo pero
en la Universidad
todos sabían que estaba metido en la venta de drogas, y además no era un simple
lacayo, estaba protegido por los duros del negocio. Tina me lo confesó una vez
llorando, angustiada al darse cuenta de quién era él en realidad y sin saber
como alejarse, y el muy...hijo de perra la había amenazado con hacer daño a
ella y a su familia. Aquella vez me había jurado a mi mismo rescatarla de ese
infierno y hacerla feliz conmigo. El recuerdo de sus lágrimas cayendo a
raudales sobre su carita abrumada de angustia, ¡me hizo hervir la sangre!
Y allí fue cuando todo
empezó...¿como puedo describirlo?, algo le pasó a mi mente, era como si...ese
recuerdo se apoderara de ella, no podía pensar en absolutamente nada mas, el
recuerdo iba y volvía dando vueltas...y se volvió...punzante...y doloroso. A
esa hora el parque estaba casi desierto. El dolor se intensificó
insoportablemente y se extendió por todo mi cuerpo, era una sensación horrible,
como si hubiera una especie de ácido debajo de mi piel quemando la carne bajo
ella. Caí sobre el césped revolcándome y gritando de dolor, perdí el
autodominio de mi cuerpo que quedó paralizado, y yo quedé allí...tendido boca
arriba al pié de un árbol frondoso…y la vi...como si me llamara...a través de
un claro entre las ramas del árbol la luna llena brillaba majestuosa e
hipnotizante.
Es extraño pero…esa luz plateada
pareció calmarme, el dolor disminuyó, no desapareció pero por lo menos pude
ponerme de pié y caminar hasta mi casa.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
20 DE AGOSTO
Ayer al acostarme aun sentía la
sensación de parálisis, pero curiosamente al despertarme me sentí… ¡WOW!,
¡increíblemente bien!, jamás en mi vida me había tenido esa sensación, era como
si mi cuerpo estuviera lleno de una vitalidad y energía desbordante hasta
entonces desconocida.
Mamá se sorprendió cuando bajé a
desayunar, ¡tenía tanta hambre! y devoré todo, normalmente solo mordisqueaba
algo y me iba a la universidad.
Cuando regresé por la tarde mamá
me dio la mala noticia, habían asaltado a Kevin, en la noche fui a verlo al
hospital, ¡Dios!, era mas grave de lo que había imaginado, le dispararon en el
pecho, los doctores no dieron muchas esperanzas a su familia. Hasta entonces yo
no sospechaba siquiera que tuviera algo que ver con eso, fue necesario que
ocurriera lo que pasó a la salida del hospital para que me diera cuenta.
En el parqueadero me esperaban
tres sujetos enmascarados que me apuntaron con sus armas, me obligaron a entrar
a su vehículo con los ojos vendados y me condujeron hasta un callejón oscuro.
Allí me esperaba Armando con su
banda, sus celos enfermizos lo llevaron a designar a uno de los suyos para
vigilar a Tina, y éste vio todo cuanto que sucedió ayer entre ella y yo. Ordenó
que me golpearan entre todos y cuando estuvo satisfecho de mi paliza se me
acercó y me clavó una navaja en mi pierna derecha advirtiéndome que si me
volvía a acercar a Tina me esperaba el mismo destino que a mi amigo.
Cuando se hubieron ido…lloré…pero
no de dolor o de miedo, porque yo puedo ser todo menos un cobarde, ¡sino de
rabia!, como es posible que existan seres como ese tipo a quienes que les
importa un comino acabar con la vida de un muchacho con tal de obtener lo que
quieren, la vida…no es justa, no lo es.
Levanté mi mano ensangrentada con
la que estaba de cubriendo la herida de mi pierna, proyectaba una suave sombra
sobre el asfalto, la luna llena acababa de aparecer y junto a ella el extraño
dolor del día anterior que amenazaba con apoderarse de mi cuerpo, por suerte
podía reconocer el callejón, no estaba lejos de casa, me levanté y caminé lo
mas rápido que podía con el cojear de mi pierna. Llegué a casa y subí corriendo
las escaleras evitando a mamá y papá que veían televisión en la sala; cerré la
puerta de mi dormitorio y me tiré en la cama, a estas alturas el dolor era
totalmente insoportable, mis músculos ardían, sentí mis huesos torciéndose como
si fueran a romperse, era como si…estuvieran cambiando de posición…adaptándose
a otra forma totalmente desconocida para mi cuerpo. Apreté mi almohada con los
dientes para no gritar de dolor dando vueltas sobre mi mismo, ya no podía
contener las lágrimas y mi mente…solo podía pensar en Tina…Tina… ¡esos malditos!,
¡ese maldito Armando!, no me importa si intenta matarme, ¡voy a salvarte de
él!.
Lo último que vi fue la imagen de
la luna; esa perla celeste brillando a través del cristal de mi ventana.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
21 DE AGOSTO – PRIMERA PARTE
Otra vez la sensación de bienestar
de mi cuerpo al despertarme pero no le presté atención al observar a mi
alrededor, ¿Qué pasó aquí?, mi colchón, mi almohada, estaban hechos trizas como
si hubieran sido desgarrados, de hecho en el maderamen del cabezal de mi cama
había marcas de lo que parecían ser garras por improbable que pareciera y
también mucho pelo regado por todas partes. Me asusté ¿de acuerdo? lo admito,
ayer había pensado en ir al médico ¿pero esto? parecía tratarse de algo grave.
Por lo menos la herida de mi pierna había cicatrizado sorprendentemente rápido
y eso era bueno…supongo…No importa, ahora lo primordial era Tina.
Esta vez no fui a la universidad,
fui al hospital a ver a Kevin y pasé todo el día allá…
Kevin murió.
Casi a las tres de la tarde, di el
pésame a su familia y salí corriendo lo más rápido que pude, fui al baño y
lloré hasta que se secaron mis lágrimas. ¿Era mi culpa?, ¿mi amigo Kevin había
muerto por mi culpa?, No es justo que él
haya pagado con su vida mi derecho a enamorarme, como cualquier hombre normal.
Finalmente decidí que si era mi
culpa o no ya no importa, Armando lo pagaría.
No fui donde los polis; se decía
que los de las drogas habían comprado a algunos de ellos a raíz de los
constantes casos de ciudadanos que denunciaban a expendedores y estos salían
libres muy pronto, así que aún sabiéndome vigilado fui a casa de Tina esa
noche.
Lo siento por papá y mamá pero
decidí escaparme con ella; les dejé una carta explicándoles todo y pidiéndoles
que acudieran ante autoridades mas competentes en vez de ir a esa estación
repleta policías corruptos.
Valentina era hija única y no era
muy “acomodada” que digamos; sus padres se sacrificaban trabajando todo el día
y llegaban muy tarde en la noche.
Encontré la puerta de la calle sin
seguro y entré sigilosamente, la sala solo estaba tenuemente iluminada por una
lámpara de mesa. En la segunda planta, donde estaba el dormitorio de Tina se
escuchaban gemidos y…lo que parecía ser bofetones, subí rápidamente en puntas
de pies y me asomé a su puerta, lo que vi…
Tina estaba atada semidesnuda
llorando, su rostro estaba abofeteado y ensangrentado y sobre ella…lo
reconocí…era ése, el que la había estado vigilando; estaba drogado…y abusando
de ella.
Me salí de control, me abalancé
con furia sobre el tipo y lo derribé de la cama, la rabia, el dolor, la ira, me
dominaban por completo, le golpeé la cabeza contra el suelo, pero no fue
suficiente, el tipo era demasiado fuerte y se colocó sobre mí tratando de
estrangularme. De reojo vi que Tina había vuelto la cabeza hacia mí, se había
desmayado…o acaso…
Y la luna salió…
Y miré al infeliz…algo en mis ojos
debió asustarlo porque aflojó levemente la presión…pero yo no…yo apreté su
cuello con fuerza…ahí estaba de nuevo el dolor de mi cuerpo, solo que ahora fue
diferente, fui consciente de los cambios en mi cuerpo aunque no podía verlos,
primero fue mi vista, perdí los colores, empecé a ver todo en blanco y negro;
luego los olores y aromas, llegaban hacia mí de todas partes, saturando el aire
cercano a mi nariz, el del sujeto, el de Tina, el de la alfombra, el del
computador; ahora los sonidos resonaban en el interior de mi cabeza, ruidos
cercanos y lejanos, los escuchaba todos. El dolor se agudizó pero yo no lo
solté, el sujeto luchaba por respirar pero no me golpeaba, ahora me miraba con
una mueca de terror en sus ojos y mis brazos…se habían vuelto oscuros y de
ellos estaba surgiendo una espesa capa de pelos.
Ahora el sujeto no pesaba casi
nada, me incorporé y lo levanté en el aire sosteniéndolo del cuello con un solo
brazo, me pareció que me había vuelto mas alto, solo bastó apretar un poco para
sentir como mis dedos atravesaban su garganta y las vértebras de su cuello se
quebraron como porcelana.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
21 DE AGOSTO – SEGUNDA PARTE.
La sangre resbalaba por mi brazo y
me miré al espejo.
Por un momento me sorprendí pero
mi mente pareció aceptarlo como si fuera algo natural.
Era un lobo, era un hombre lobo,
poco importaba si jamás me había mordido uno, poco importaba si en esta parte
del mundo jamás se hubiera visto alguno, poco importaba si moría con balas de
plata o no, poco importaba si solo existían en películas y novelas, era un
hombre lobo simplemente porque ¡Así era! Y punto. Así lo acepté al instante sin
más explicaciones.
Estaba un poco inclinado hacia
delante, como si tuviera una joroba y me había crecido hocico, el pelo sobre mi
cuello estaba erizado y me cubría todo el cuerpo excepto en mi pecho donde la
piel era de color gris oscuro o eso creo, el pecho había robustecido al igual
que mis brazos, mis uñas también habían crecido y eran largas, duras y filosas.
Quizás lo más terrorífico eran mis ojos, eran amarillos y brillaban
siniestramente.
Desvié la vista hacia el muerto y
hacia la sangre de mi mano…y me dio hambre…un hambre como nunca había sentido
en mi vida.
Tina seguía desmayada, ahora
estaba seguro de que no había muerto porque podía oler y escuchar su suave
aliento.
Me abalancé sobre el cadáver aún
caliente y comí con voracidad.
Después de haberme saciado ocurrió
algo raro, decidí que ya no quería seguir siendo lobo…y volví a ser humano, así
nada más, sin dolor, solo suave, muy suavemente volví a la normalidad, no sentí
remordimiento alguno, solo una sensación de paz, como si hubiera hecho algo que
tenía que hacerse. De no haber sido yo, Armando lo habría matado al enterarse
de lo que había hecho su débil y drogado subordinado. Desaté a Tina, le compuse
el vestido y la cubrí con la sábana, la llevé a la habitación de sus padres y
la dejé allí dormida, ella había pasado por algo que ninguna mujer debería
sufrir, pero el verdadero responsable de todo esto estaba libre, y eso tenía
que acabar.
Regresé al dormitorio de Tina y
limpié todo, luego busqué el teléfono móvil del difunto, no me equivoqué, allí
estaba el número del miserable de Armando, lo llamé; seguramente no se lo
esperaba, pero lo amenacé y le dije que iría ahora mismo adonde él estaba. Me
asomé a la ventana, miré la luna, deseé transformarme, y lo hice, así de fácil,
sin dolor.
Aspiré fuertemente el aire y lo
capté, ¡impresionante! Desde allí, desde la ventana de Tina reconocí y capté el
olor de Armando y me lancé tras él saltando sobre los tejados, ¡Muy rápido!,
casi volaba.
Que ironía, el mismo callejón de
ayer. Me detuve sobre la azotea de un edificio contiguo, ¡Ja!, creían esconderse
de mí, estaban agazapados y ocultos esperando emboscarme pero yo los ubiqué
fácilmente a todos y cada uno de ellos, escuchaba cualquier ruido mínimo que
hacían, el olor de cada uno los delataba. Allá estaba Armando, fumando
tranquilamente recostado sobre una escalerilla metálica en el fondo del
callejón convencido de que nadie podía atravesar sus líneas de seguridad.
Fue fácil, demasiado fácil, veloz
como el viento aparecía frente a ellos; me quedaba de pié observándolos unos cuantos segundos
disfrutando de sus caras de sorpresa primero y de horror después; un solo
mordisco en el cuello o un zarpazo en el pecho era suficiente, incluso les
permitía un pequeño grito para desconcertar a las próximas víctimas.
Armando se dio cuanta de que algo
andaba mal al escuchar los gritos. Solo quedaba él y dos de sus cómplices,
lanzaron silbidos a sus compañeros, luego, al no recibir respuesta, gritaron
sus nombres. Entonces caí desde arriba frente a ellos, retrocedieron asustados
al ver mi figura monstruosa, me coloqué de un salto frente al mas cercano y,
asegurándome de que Armando me viera le desgarré el cuello de un mordisco, el
otro lanzó un alarido de terror, pero no le di oportunidad e hice lo mismo con
él, solo quedaba Armando, apuntándome temblorosamente, mientras yo tenía mis
ojos amarillos puestos sobre él.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
FINAL
Siempre había escuchado que
ciertos animales podían captar el miedo, pero esa noche pude sentir esa verdad,
sus feromonas o lo que fueran podía sentirlas como suaves pellizcos en mi
hocico, era simplemente delicioso, como un perfume o un vino dulce que me
atraía y me hacía babear.
No se como, pero logró dispararme
una vez, el impacto rebotó contra mi pecho duro como si fuera una piedra plana
sobre el agua, me hizo cosquillas. Dejó caer la pistola.
Me acerqué hasta arrinconarlo
contra la pared dispuesto a devorarlo, pero me detuve.
Le rasgué la cara de un zarpazo
llevándome uno de sus ojos, y lamí la sangre en mi garra frente a él. Ahora
Armando estaba llorando, encogido en el suelo y horrorizado de pánico.
No, matarlo hubiera sido…muy poco
para él, la muerte hubiera sido la salida fácil. Volví a mi forma humana para
que me reconociera. Me agaché y lo agarré por los cabellos acercando mi cara a
la suya dejando q sintiera mi aliento a sangre; le dije que iba a dejar que
viviera…con la incertidumbre de que en este mundo existían monstruos más
terribles que él…y le recordé que uno de ellos…estaría muy cerca a él…siempre
acechándolo…siempre hambriento….
Han pasado muchos años desde
entonces, y solo sé que después de esas tres noches de luna llena jamás en mi
vida pude volver a transformarme en lobo, y no voy a negar que lo intenté,
incluso pasé noches contemplando la luna llena sin notar nada raro en mi
cuerpo.
El por qué y el cómo lo hice sigue
siendo un misterio para mí hasta el día de hoy.
Valentina logró superar su dura
experiencia y salió adelante, sabía que no había sido la primera ni la única
mujer que había sido ultrajada, era una chica fuerte, con el valor suficiente
para no dejarse derrumbar por esos recuerdos amargos.
Hoy es mi esposa, tenemos dos
hijas y la amo por sobre todo, no tenemos secretos entre nosotros… excepto
uno…los sucesos de aquella noche. Pero ese secreto… al igual que el lobo ahora
dormido dentro de mí…irá conmigo a la tumba.
FIN